jueves, 7 de mayo de 2009

Palomas en la piazza



Un buen hombre dando de comer a las "ultra-cuidadas" e "hiper-felices" palomas venecianas. Ellas saben que este es un gran lugar para la comida facil. Siempre siendo obserbadas por los cuprosos caballos de la antigua Constantinopla, las abundantes aves se aprovechan de la cantidad de migajas que niños y mayores les echan. Además, las más atrevidas y confiadas se envalentonan y suben a los brazos, hombros e incluso cabezas de transeúntes que acarician su limpio plumaje. Ambos se benefician. Por un lado, las palomas reciben una facil y prácticamente inagotable fuente de alimento (esencial para su bienestar). Por otro, los seres humanos reciben esa pequeña sensación de buen obrar con el animal además de una suave sonrisa surgiendo en sus rostros (también importantes para el bienestar de la persona).

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